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Jóvenes desarrollan proyectos para transformar residuos de sus ciudades

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Una trituradora de plástico para hacer ladrillos ecológicos a futuro y un horno para fundir latas de aluminio son dos proyectos que surgieron de las aulas de las escuelas técnicas de Itá Ibaté y Empedrado, a partir de una observación de la situación local en materia de residuos.

Creatividad y conciencia ambiental fueron las principales herramientas para la construcción de estos prototipos, que se suman a otros desarrollados en localidades del Interior.

BOTELLAS DE PLÁSTICO

«Nuestro proyecto consiste en un prototipo de triturador de plástico de los envases descartables de bebidas. El objetivo era elaborar ladrillos ecológicos, pero para eso necesitamos del plástico triturado como materia prima principal», explicó Magdalena Molina, de la escuela Técnica de Itá Ibaté a EL LIBERTADOR.

«Investigamos en el mercado sobre las trituradoras industriales y era un presupuesto al que no llegábamos. Decidimos que podíamos construirlo, y a partir de los precios que teníamos, vimos que conseguir los materiales como el acero, la cinta y el motor, era mucho más barato», contó.

A partir de ese estudio, pudieron estimar costos. «Una trituradora industrial costaría unos 700 mil pesos y una construida por nosotros mismos, unos 50 mil pesos. Es una gran diferencia», señaló Molina.

Por su parte, su compañera Valentina Zapata comentó: «La gran mayoría de los materiales que necesitábamos estaban en el taller. Había un minimotor que estaba ahí olvidado y decidimos darle una segunda vida con este proyecto».

«Habíamos construido unos cestos distribuidos en el pueblo y esos residuos reciclados van a Punto Verde. Nos preguntamos por qué no usarlos, en vez de enviarlos para que sean vendidos en toneladas. Nos propusimos usar el plástico que teníamos disponible en la localidad para reducir la contaminación», destacó Zapata.

LATAS DE ALUMINIO

Rodrigo Miño y Giuliana Zini de la escuela técnica de Empedrado hablaron con EL LIBERTADOR sobre el horno casero de fundición de aluminio, que revistieron en su interior de barro y arcilla con sal para que se mantenga el calor.

Dentro, en una garrafa más pequeña, se colocan las latas. Estas se exponen a un calor de 600 grados y lo obtenido se vuelca en los moldes de masilla, para armar llaveros, engranajes, chapas identificatorias para mascotas, entre otros.

«Un llavero consume 15 latas y un engranaje 50 latas», señaló Miño. «Vimos que en Empedrado hay un exceso de latas en las calles. Quisimos usar eso y darle un valor agregado. Investigando encontramos este tipo de horno», agregó.

«Las latas, así como los plásticos, tardan muchos años en descomponerse. Pero lo que tienen los plásticos es que, si los quemamos, es más contaminante», comentó Zini.
Por su parte, el profesor a cargo del proyecto, Cristian Casco explicó que se hizo un estudio en Empedrado para estimar el número de latas que se recolectaban. «Se calcula que son aproximadamente 14 kilos cada 15 días, lo que sería 526 engranajes cada 15 días», precisó.

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